Hemos querido publicar una carta que un estudiante de Derecho envió a Respuesta Estudiantil, y que así mismo ha sido publicada en la web de dicho colectivo. Una opinión que refleja perfectamente la situación política a la que nos enfrentamos. Un sistema que actúa contra el Pueblo, unos agentes - instituciones, prensa y grupos políticos- al servicio del poder que distraen la atención de los verdaderos problemas con trasnochadas polémicas, pero también, y esa es la parte positiva, la existencia de núcleos de resistencia juvenil decidida a hacer frente a los retos actuales, trabas, ataques y recortes que sufre nuestro Pueblo y a conquistar un futuro mejor. Una situación que también se refleja en nuestras instituciones universitarias, una de las canteras de los dirigentes del mañana.
Texto publicado en Respuesta Estudiantil:
A continuación reproducimos un texto de los muchos recibidos, dado su interés creemos que es indispensable su publicación . El autor prefiere que no le nombremos pero desde aquí le mostramos nuestro agradecimiento. Animamos a la gente a que nos escriba, Respuesta Estudiantil dará voz a sus inquietudes.
Escribo estas líneas cuando cae la noche del día 6 de diciembre. Esta mañana ha tenido lugar en la madrileña Plaza de Colón una concentración de estudiantes de Derecho de todas las universidades de la ciudad para protestar contra la Ley 34/2006, reguladora del acceso a las profesiones de abogado y procurador. La convocatoria al acto había tenido lugar a través de las redes sociales, en una llamada a la colectividad con el único objetivo de concentrar a todas las personas que estuviesen dispuestas a reivindicar sus derechos frente una ley considerada por todos injusta. Por ello, los organizadores del evento no dudaron en ponerse en contacto con tantas asociaciones estudiantiles representativas como les fue posible. Era de vital importancia para el buen resultado de la concentración contar con el apoyo de todos los grupos de presión que tuviesen capacidad de convocatoria. Con las miras puestas en este objetivo, no se distinguió en ningún momento entre grupos de izquierdas o de derechas, y se dejó muy claro desde el principio que el acto no tendría contenido político alguno. Se prohibieron expresamente los emblemas y símbolos políticos que pudieran “herir sensibilidades”, y se comunicó a cada una de las asociaciones convocadas la asistencia de las demás. Todas aceptaron, algunas a regañadientes; pero finalmente todos se comprometieron a acudir en son de paz, por el bien de una causa común y con la promesa de preservar en todo momento la concordia y de hacer todo lo posible por mantener el buen ambiente en una mañana que prometía un sol radiante sobre la capital de España.
Con estas promesas de vino y rosas llegamos a la cita. La asistencia dentro de lo que cabe no fue mala, teniendo en cuenta que eran las diez de la mañana de un día festivo (y para muchos, puente). El primer grupo numeroso que llegó a la boca de metro de Colón fue Respuesta Estudiantil, una asociación de jóvenes patriotas españoles que aún está pendiente de legalización en la Universidad Autónoma por motivos que nadie todavía alcanza a comprender demasiado bien. Según oí más tarde de uno de los organizadores, este grupo había colaborado muy activamente en la preparación del acto, aportando material e ideas. Habían sido uno de los colectivos que con mayor esfuerzo habían conseguido hacer viable la concentración, lo cual debe agradecerse especialmente, dadas las escasas o nulas ayudas que recibe Respuesta Estudiantil por parte de la Universidad Pública. Además fueron puntuales, de los primeros en llegar, con una enorme pancarta de protesta contra la Ley, megáfonos y acreditaciones para la organización. Pero su presencia no iba a ser recibida con agrado por los que llegaron escasos minutos después. Una organización ultraizquierdista de la Universidad Autónoma hizo acto de presencia sobre las diez menos cuarto de la mañana, y las miradas de sus integrantes fueron a reparar de inmediato en aquellos chicos de cazadoras negras “de aspecto amenazador”. Un miedo irracional empezó a cundir entre las filas anarco-comunistas, parecido al que experimentan algunas personas cuando ven a un animal que les produce fobia.
Yo estaba allí, en primera fila, como observador neutral. Puedo asegurar con toda certeza que nadie de Respuesta Estudiantil dirigió ningún tipo de insulto, increpación o amenaza, ni siquiera una mirada desafiante, a sus homólogos izquierdistas. Como quiera que fuera, a falta de pocos minutos para las diez de la mañana, una chica con rastas se dirige a Antonio García, el organizador de la concentración, quien se encuentra ultimando los detalles para que los convocantes empiecen a hablar.
-Oye tío, que nosotros nos vamos-
El chico tuerce el gesto, sin comprender la situación: -¿Cómo que os vais? Si esto no ha empezado aún-.
La joven, impertérrita, responde: - Nosotros no queremos tener nada que ver con esta gente que has traído. Tú sabrás lo que estás haciendo y con quién te estás juntando. Nosotros nos vamos.-
Antonio García trata de arreglar la situación. Les pide comprensión. Les recuerda, además, que ellos ya sabían que Respuesta Estudiantil iba a acudir al evento. Les trata de hacer ver que tiene la palabra de todos los grupos de que se va a mantener el orden. -Ni siquiera han traído banderas de España- les hace notar a sus interlocutores, la mayoría fervientes republicanos.
Pero la hermana pequeña de Janis Joplin no está dispuesta a dar marcha atrás. Sus compañeros la rodean: - No te estamos preguntando, te estamos informando- añade, con un toque robótico en su voz.
-Por favor, compañeros, dadnos una oportunidad, vamos a tratar de que la prensa nos vea a todos unidos, eso puede ser un gran éxito. Por favor, decidme quién es vuestro representante, ¿con quién puedo hablar de vuestra asociación?-
Y llega el veredicto final; la chica pronuncia la frase lapidaria: - Nosotros no tenemos ni jefes ni representantes. Aquí todos somos asamblearios-. Y así, Janis y sus compañeros inician su retirada hacia la Plaza de Cibeles, donde un par de horas más tarde está prevista una manifestación “por la III República, y contra la Constitución monárquica y capitalista”.
Y en esos momentos pienso que la concentración no va a ser lo mismo sin toda esa gente que se ha ido, y que es posible que el impacto mediático que los manifestantes tengamos se vea reducido enormemente por la ausencia de los de izquierdas, que son muchos. Es posible que los licenciados perdamos esta batalla por la retirada de un nutrido grupo de nuestros efectivos. No puedo evitar pensar en 1918, con la Alemania de Guillermo II a punto de conseguir la victoria en la Gran Guerra, cuando de pronto estallan revueltas comunistas en el seno del Imperio, y varios barcos de la Kriegsmarine son hundidos por los rebeldes en el puerto de Kiel. Se producen huelgas en las fábricas de armamento. Los soldados en el frente se quedan sin munición y no pueden disparar contra el enemigo. Los comunistas y anarquistas arrancan la cabeza a la estatua del Káiser y colocan una bandera roja en su lugar. La Revolución de Noviembre le ha costado a Alemania la derrota en la Primera Guerra Mundial. Uno de los hombres del Regimiento de Infantería de Baviera recibe la noticia de la capitulación mientras se encuentra convaleciente en un hospital de campaña, todavía cegado por los efectos de un ataque con gas mostaza.
Alemania tenía en su interior una manzana podrida, una ponzoña que la envenenó en el momento crucial, y la llevó al colapso en cuestión de semanas. Hoy en la plaza de Colón los comunistas han vuelto a hacer uso de este espíritu infantil, indisciplinado y egoísta que les ha llevado a echar a perder tantas causas (entre otras, la suya propia, en la Guerra Civil Española). Los jóvenes nacionalistas españoles de hoy sí estaban dispuestos a unirse a quien hiciera falta para luchar contra la Ley 34/2006, que les va a obligar a prolongar sus estudios un año y medio más, por un precio de varios miles de euros. Los comunistas, no. La diferencia entre los dos grupos es tan simple como esa. La izquierda radical de esta mañana no quería ningún tipo de relación con los “nazis” de negro. Esos chicos son malos y dan miedo, no podemos juntarnos con ellos, aunque hayamos dado nuestra palabra. Nazis no y ya está. Ahora nos quejaremos al Decano de la Autónoma, diremos que nos hemos sentido agredidos y ya tendremos un motivo más para que no les legalicen. Y aquí peace y después love. Nos comeremos el máster de la abogacía, pero dará igual porque seguiremos siendo asamblearios y creyendo en la igualdad de los hombres y su derecho a decidir libremente.
El comunismo, y sobre todo el comunismo de pandereta que tenemos hoy en día en la sociedad española, es una moral de débiles y de remilgados, que tras una falsa máscara de colectivismo asociativo esconde una raíz fuertemente individualista (alejándose del la original teoría de sistemas propia del marxismo-leninismo, la cual podía considerarse una cosmovisión bastante más sólida y fundamentada que las derivaciones actuales del socialismo científico). La moderna extrema izquierda española no es sistémica, ni obrera, ni trabajadora. Ni siquiera puede calificarse de ideología en el más estricto sentido de la palabra. Es, tomando el término empleado por Vattimo, la máxima expresión del “pensamiento débil”, de la “posmodernidad equívoca” de la que hablaba Luhmann. No da respuestas a nada, no tiene valores, es un pensamiento vacío, abocado al nihilismo que niega las causas elevadas como la defensa de una idea, de una bandera o de una nación, y acaba en situaciones como estas que he tenido la desgracia de presenciar hoy: hombres y mujeres negándose a ayudar a sus semejantes, incluso a sí mismos.
Mientras comunicaban que se marchaban, estaban dejando traslucir su naturaleza de débiles: “somos asamblearios”-decían-. No tenemos líder, nos vamos todos de aquí. Los débiles tratan de paliar su debilidad refugiándose entre la masa en la que todos los hombres son iguales en derechos y todas las opiniones valen lo mismo. Por supuesto, todo el que no piense igual que ellos será fascista, intolerante, y merecerá ser excluido de sus actos y concentraciones. Es el pensamiento único nihilista que defiende la igualdad por encima de cualquier otro valor. Los débiles, los mediocres, los faltos de ideas y de voluntad, abrazan al unísono este ideario porque, conscientes de su propia inferioridad, celebran la existencia de una corriente de pensamiento que les equipara al resto.
Al igual que otros muchos jóvenes de distintas ideologías, ayer en Colón, los chicos de negro de Respuesta Estudiantil sí lucharon por la causa común. Leyeron uno de los tres manifiestos que se escucharon por el megáfono. Estuvieron codo con codo con todos los demás, sin discriminar a nadie por motivo de su aspecto o de su clase social… “Hay mucho pijo del PP, pero joder, qué mas da”-le escuché a uno de ellos. Los “malvados de negro” sí lucharon. Lanzaron al aire bien alto el grito con su lema “el mañana nos pertenece” al final del discurso de Daniel, estudiante de Derecho en la Carlos III. Crearon ambiente, gritaron cánticos que todos coreamos, y llamaron la atención de las cámaras, que era lo que todos queríamos. El mañana nos pertenece, dijeron. Y se lo merecen, qué cojones. Por lo menos bastante más que Janis y sus amigos, que volvieron a ser la manzana podrida, como en 1918 en Alemania. A nosotros, como a los soldados en el frente del Oeste, nos dejaron en la estacada. Prefirieron irse a Cibeles, a hacer un nuevo esfuerzo por intentar remontar la maldita Guerra Civil.