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lunes, 6 de agosto de 2012

EUROPA PIERDE LAS OLIMPIADAS


La presente edición de los llamados Juegos Olímpicos, versión moderna de aquellas nobles celebraciones deportivas helénicas dedicadas al dios Zeus, ha llamado nuestra atención desde su inauguración. A una soporifera y malintencionada ceremonia inaugural multiculturalista y antieuropea que haría avergonzarse a los griegos antiguos, ha venido a añadirse una tremenda caza de brujas inquisitorial que afectó en un primer momento a una atleta precisamente perteneciente al pueblo que vio nacer las Olimpiadas. El delito de la griega Voula Papachristou no fue una falta de honorabilidad deportiva o personal, ni de dopaje o competitividad. Tampoco estaba implicada en  nada considerado delito. Un simple comentario de opinión sobre una plaga de mosquitos africanos en Grecia en el contexto de una crítica irónica al exceso de inmigración que tiene el castigado país helénico escrito en su twitter ha llevado al traste con la carrera olímpica de la esforzada joven atleta.
No ha sido la única. Más llamativo es el caso de Nadja Drygalla, deportista de 23 años y componente del equipo alemán de remo, que hace tres días fue “presionada” para abandonar los Juegos Olímpicos tras publicar un conocido diario sensacionalista de izquierdas sus posibles relaciones con el partido legal de ideas identitarias NPD, con uno de cuyos líderes mantenía una relación de noviazgo. Una situación privada que ya era conocida entre sus compañeras de equipo, sin  como es lógico suponer ningún problema deportivo o personal, al ser sobradamente conocido que fue obligada también a dejar su puesto de trabajo en el cuerpo de Policía de su ciudad de residencia por ser novio de un miembro del NPD.
Dos expulsiones que contradicen una inexistente libertad de expresión que los inquisidores del poder utilizan a su antojo. Ninguna de las dos era siquiera militante política, se trata tan solo de dos europeas cuyas vidas privadas u opiniones políticas molestan.  
En ambos casos llama la atención que no haya habido ninguna protesta, ninguna posición de solidaridad por parte de sus compañeros de equipo o delegación, de la opinión pública o de su propio país. Lejos de ello, el ministerio del interior alemán ha ido más lejos y exige una investigación en profundidad sobre las relaciones personales e ideológicas de la atleta alemana. Al parecer, tener relaciones con determinadas opciones políticas, es “incompatible con el deporte”. Evidentemente, la carrera deportiva de la joven Nadja está acabada.
Decíamos que llamaba la atención el silencio de alemanes y griegos ante un atropello de este calibre. Pero nos atrevemos a pronosticar que pasaría lo mismo en cualquier país europeo. Desgraciadamente hoy se puede apartar arbitrariamente a cualquier persona de su carrera profesional o deportiva por no ya pertenecer, sino estar relacionado con un partido legal de ideología “molesta”, y esto en nombre de la democracia, la libertad y la tolerancia, actuaciones inquisitoriales que nadie se atreve a cuestionar y que nos dan una idea del tipo de “libertad” del que gozamos a pesar del discurso oficial. Un absurdo que se escapa a toda lógica y que contrasta con la participación en esta mascarada mal llamada "Juegos Olímpicos", de Estados cuyos regímenes políticos no respetan los más elementales derechos políticos o humanos sin que nadie se cuestione si deben o no participar en estas competiciones deportivas. Curiosamente, estas expulsiones coinciden en el tiempo con el aniversario de uno de los peores actos de terrorismo  de nuestra historia más reciente, el brutal asesinato de 150.000 civiles japoneses por parte de la aviación norteamericana. Un crimen por el cual los gobiernos de los Estados Unidos, de la misma sensibilidad política que el responsable de dicha matanza, siguen sin pedir perdón, una falta, que por supuesto no supone un problema para que sus representantes participen en estos “Juegos Olímpicos”. Como tampoco fue un problema el “exterminio tibetano” para que los anteriores juegos se celebraran sin ningún problema en China. Nada que ver con las Olimpiadas, pese a la coincidencia en el nombre.
La falta de respuesta-salvo honrosas excepciones- hacia estas vergonzosas expulsiones por parte de los europeos deja claramente expuesta la actual sumisión no solo de los gobiernos europeos-algo que comprobamos día a día con las imposiciones económicas de la oligarquía financiera a la que estamos sometidos-, sino también de la conciencia del propio pueblo europeo. Silencio y en todo caso vergüenza, esta es la única respuesta. No es de extrañar, al fin y al cabo Europa lleva muchos años perdiendo y estamos a merced de los vencedores.
A nosotros, los actuales europeos nos toca cambiar las cosas, no dando ningún paso atrás, luchando políticamente por nuestra identidad y libertad, así como por la dignidad de nuestro pueblo. Europa se merece algo más que morir arrodillada y claudicante en manos de burócratas, políticos vendidos a nuestros adversarios, gestores corruptos, estrategas anti-europeos y financieros sin escrúpulos. Europa no debe permitir más atropellos, debe dejar de ser un triste espacio para esclavos sin criterio ni libertad ideológica bajo experimentos económicos. Debe recuperar su destino. Un destino que debería ser, esta vez sí, Olímpico. Zeus estaría de acuerdo.
Pero en estos días, solo nos queda rechazar con todo nuestro desprecio estas vergonzosas expulsiones y mostrar nuestra solidaridad con las deportistas castigadas.
No conocemos, ni queremos conocer, los resultados deportivos de esta edición “olímpica”, pero de lo que estamos seguros es de que Europa sale perdiendo. Una vez más.