La noticia se ha conocido esta semana, tras salir a la luz que el equipo de Gilles-Eric Séralini, profesor de biología molecular de la Universidad de Caen en Francia ha realizado un alarmante estudio que revela que las ratas alimentadas con maiz geneticamente modificado están expuestos en un grado mayor a tumores y graves enfermedades, Rusia ha suspendido las importaciones y la venta de maiz NK603 geneticamente modificado en todo su territorio nacional. El estudio realizado en la Universidad de Caen ha sido realizado sobre dos productos específicos: el maiz Nk 603 y el herbicida Roundup, ambos producidos y comercializados por la polémica empresa multinacional "Monsanto" con base en Estados Unidos, gran productora de sacarina y edulcorantes para Coca Cola, una importante parte de cuyos productos están prohibidos en Canadá y la Unión Europea.Esta empresa es conocida también por intentar introducir sus semillas y cultivos en los países más desarrollados mediante sobornos y técnicas ilegales habiendo tenido un importante beneficio económico a cambio de arruinar la agricultura local. Para el que no lo sepa, algunas de las irremediables consecuencias dels uso de cultivos transgénicos son según Greempeace las siguientes:
-Los riesgos sanitarios a largo plazo de los transgénicos presentes en nuestra alimentación o en la de los animales cuyos productos consumimos no han sido evaluados seriamente y su alcance sigue siendo desconociso. Nuevas alergias, y aparición de nuevos tóxicos son algunos de los riesgos de consumirlos
- Una vez liberados en el medio ambiente los transgénicos no se pueden controlar. La contaminación genética pone en peligro variedades y especies cultivadas tradicionalmente, y es irreversible e impredecible, no se puede volver a la situación de partida.
-Las variedades transgénicas pueden contaminar geneticamente a otras variedades de la misma especie o a especies silvestres emparentadas.
-El aumento del uso de productos químicos elminan o afectan gravemente a la flora y a la fauna. Con las plantas tolerantes a herbicidas, el agricultor debe usar cada vez más cantidad de agrotóxicos para acabar con las "malas hierbas". Hoy por hoy existen datos que demuestran que, debido a esto, se están utilizando muchos más pesticidas en los cultivos transgénicos que en los convencionales. Con esto, la presencia de glifosfato (el herbicida asociado a la soja transgénica RR de Monsanto) en el suelo, en las aguas y en los alimentos es cada vez mayor.
Por otra parte, la introducción de los OGM (organismos geneticamente modificados) enriquece y favorece el monopolio de unas pocas multinacionales en la producción de alimentos (el 90% de los transgénicos están en manos de Monsanto). Unas pocas empresas multinacionales controlan el mercado de estas semillas y de sus productos químicos asociados, han patentado sus semillas, una injerencia en la naturaleza que puede resultarnos muy cara. La riqueza que nos da la naturaleza y la biodiversidad siempre ha sido patrimonio de todos los pueblos, la naturaleza nunca a puesto precio a las semillas que han usado los agricultores ni han pertenecido a ninguna minoría financiera interesada en sacarle rendimiento económico. Aparecieron como una promesa para paliar el hambre en el mundo mediante campañas orquestadas por empresas y gobiernos sometidos a la dictadura financiera que convencieron a los agricultores de países en desarrollo para sustituir sus cultivos autóctonos tradicionales por variedades de alto rendimiento dependientes de productos químicos y fertilizantes, pero estos países que adoptaron masivamente el uso de productos OGM han creado una agricultura nociva y no sostenible y un alarmante incremento de la destrucción de sus bosques nativos y la desaparición del tipo de agricultura familiar y tradicional afectando gravemente a la producción de alimentos para uso local, un suicidio económico contra el que nada pueden hacer los miles de parados de estas zonas rurales en momentos de crisis.
Frente a esto, la actitud de la Unión Europea ha sido ambigua. El experto de la CE encargado de la investigación de este tipo de alimentos Gilles-Eric Serallini fue tajante al respecto, según los resultados de sus investigaciones, el cáncer, las enfermedades metabólicas, hormonales, nerviosas, inmunitarias y metabólicas epueden estar relacionadas con el consumo de este tipo de productos presentes en sodas, salsas, bebidas de cola, pasteles, chocolates y animales alimentados con maiz transgénicos. Por otra parte este tipo de agricultura destruye la economía agrícola local al no poder competir con este tipo de productos. Sin embargo, y pesar de los recelos de muchos países europeos, desde el año 2004 se ha permitido la importación y comercialización de muchas clases de transgénicos presentes en los productos de importantes empresas alimenticias, y aunque la siembra de transgénicos estaba prohibida en territorio europeo, a lo largo de los años se han permitido el cultivo de algunos tipos de patatas y maiz. Esta laxitud política afectó principalemnte a España al permitirse el cultivo de maiz transgénico en nuestro suelo, alrededor de 100.000 hectareas, principalmente en Cataluña y Aragón que hacen de nuestro país no solo uno de los que mayor riesgo de contaminación a largo plazo presenta sino además la puerta de entrada de estos productos a Europa. Se da la circunstancia de que fue precisamente en la época del famoso Tripartito catalán en el que convivían un partido que se autodenominaba "ecologista y verde" (ICV) y otro que incluía en su programa la prohibición de cultivos transgénicos, los que junto al PSC con el apoyo del PP desarrollaron este plan de cultivos en Cataluña vetando en el Parlament una importante iniciativa popular que solicitaba mayor investigación y explicación de las consecuencias de los transgénicos, paralizando estudios e investigaciones y rechazando cualquier informe negativo sobre los mismos. Huelga decir que la situación es hoy la misma con el gobierno de CiU. Una de las primeras consecuencias de esta agresión consentida por nuestros políticos ha sido la reciente paralización de exportación de miel española-primera productora europea- a países de la UE al haberse decubierto que la miel cosechada en nuestro país tenía trazas geneticamente modificadas quedando para consumo exclusivo de los españoles. Una información aparecida en el diario Le Monde el pasado febrero y silenciada en nuestro país. Un nuevo desastre para nuestros agricultores, totalmente ajenos a esta trama y desconocedores de la situación, a los que el gobierno no informó-y sigue sin informar- de las zonas de cultivo de transgénicos y que han tenido que soportor los costes de estas pérdidas mientras políticos y la empresa Monsanto se lavan las manos.
La presencia de OGM en nuestro territorio es hoy una amenaza contra nuestro medio ambiente natural y sobretodo contra nuestra agricultura autóctona tradicional que podrían resentirse de manera irremediable representando una alteración del orden natural sin precedentes. La desaparición de nuestra agricultura sería un drama ya que quedarámos totalmente desarmados y sin recursos alimentarios ante cualquier agravamiento de la crisis dependiendo de las multinacionales sin escrúpulos más de los que ya lo hacemos, la alteración irreevocable de la naturaleza podría acabar con la vida en nuestro planeta.
Frente a ello, los europeos a nivel personal no podemos más que informarnos de las empresas alimenticias que ponen a la venta productos con aporte transgénico-recomendamos la Guía Roja y Verde de Greenpeace- y no consumirlos, aunque a estas alturas es difícil controlar los alimentos contaminados que llegan a nuestra mesa o los animales que consumen piensos autorizados con productos de esta composición, sobretodo porque no existe una obligación legal de las empresas de informar de estas composiciones a los consumidores. Otra solución es consumir productos ecológicos, basados en la utilización exclusiva de productos naturales de una modo sostenible y equilibrado sin usar productos de síntesis ni OGM, ya que hasta ahora y a pesar de la presión de los agentes de las multinacionales que producen OGM, todavía no se han podido comercializar en la UE productos ecológicos de contenido transgénico en Europa aunque esto podría cambiar en breve. A nivel colectivo, la batalla contra los organismos transgénicos y las multinacionales que las producen y comercializan en Europa se añade a la larga lista de agresiones a las que las organizaciones identitarias deben dar respuesta en sus propuestas y planteamientos políticos. La lucha contra una oligarquía financiera y mundialista que oprime con la connivencia de las autoridades políticas a su servicio y amenaza a nuestro pueblo destruyendo nuestro medio y recursos en beneficio de unos pocos. La inmediata desmantelación de los campos de cultivo transgénicos y la prohibición total de su entrada y comercialización en una Europa libre es un imperativo de la respuesta identitaria.