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domingo, 9 de septiembre de 2012

¿TODAVÍA CREES QUE NO VALE LA PENA LUCHAR?



En el año 2008, en plena crisis bancaria y financiera, el pueblo islandés dio una lección al mundo. En el plazo de una semana la totalidad de la economía nacional quedó colapsada debido a un sector bancario hiperendeudado y las tasas de desocupación pasaron de un 0 a un 10%. Tras sobrepasar los límites a los que eran sometidos por una oligarquía fianciera sin escrúpulos y una clase política corrupta y parasitaria, los islandeses decidieron  actuar y movilizarse de forma conjunta. Islandia decidió rechazar el rescate a los bancos, los dejó hundirse y aplicó la justicia sobre los responsables políticos y económicos de esta trampa financiera que hoy llamamos incorrectamente "crisis". 

En estos días, el ministro islandés de Economía Steingrímur Sigfússon ha explicado en una carta al Financial Times la receta para haber superado el colapso económico causado por los bancos y la oligarquía financiera internacional. Impuestos progresivos (paga más los que tienen el rédito más alto, las franjas débiles pagan poco o nada) con un resultado de una distribución equitativa de la riqueza y mantenimiento del nivel de salarios que ha permitido a las franjas más pobres de la población  permanecer dentro del sistema económico. El mensaje es claro, no excluyendo a nadie de la riqueza nacional, todos pueden participar en al reconstrucción económica. A esto ha ayudado también el hecho de que la nación islandesa tiene un sector energético muy avanzado fruto de una árdua labor desde hace muchos años, y han investigado desde hace tiempo en el desarrollo de tecnologías de bajo impacto ambiental y alta rentabilidad y en la creación de profesiones creativas. Pero según Sigfússon, el modelo islandés puede ser , al menos en parte, exportado, en lugar de hacer pagar a la economía real y a los servicios sociales y derechos de los ciudadanos por los problemas internos de la finanza, los gobiernos europeos pueden elegir otro camino. Políticas inclusivas no abandonando a ningún sector de la población, programa parcial de rescate de la banca dividiendo los institutos de crédito endeudados y haciéndolos confluir de nuevo a la sociedad y leyes de emergencia que proteja las cuentas corrientes de los islandeses en caso de caída de los bancos.
Cuatro años después, los expertos económicos consideran que en los próximos años será precisamente Islandia uno de los países más prosperos de una Europa sometida a la crisis de la deuda y a las medidas de la oligarquía financiera mundial. El país ártico cerró el año 2011 con un crecimiento del 2,1%, esperándose un dato similar o mejor para el 2012 y el 2013. Su PIB ha aumentado un 35% en tan solo tres años, ha aumentado los salarios para incentivar el consumo y reducido considerablemente su tasa de desempleo llegando a mínimos históricos así como con su deuda pública.
Sin embargo la revuelta islandesa ha pasado practicamente desapercibida para la opinión pública del resto de Europa. Los medios de comunicación estaban muy ocupados en desviar nestra atención hacia las instrumentalizadas revueltas árabes teledirigidas por los mismos responsables del desastre económico que hoy oprime Europa. Pero Islandia ha conseguido frenar una tendencia que se agrava día a día contra otros pueblos de Europa.
Para los islandeses lo que empezó siendo una insostenible crisis terminó convirtiéndose en una oportunidad real, la de recuperar su destino como pueblo y reescribir el destino de sus ciudadanos. Y esa es la lección que deberámos aprender.
Sin embargo no es suficiente. Sabemos cuales son las causas de la situación económica y política y quienes son sus responsables, directos e indirectos. Intuímos las medidas que deberían tomarse de forma urgente y radical para parar esta situación y que van justamente en dirección contraria a las que están imponiendo los actuales gobiernos europeos y la UE. Y a las medidas adoptadas en Islandia, adaptadas a las dimensiones y situación de cada uno de los Estados europeos, habría que añadir otras destinadas a paliar graves problemas como el descenso de natalidad autóctona, la regularización de una inmigración imposible de soportar, la erradicación de la corrupción y el saqueo desde filas políticas y la falta de seguridad tanto ciudadana, como laboral y social.
Sabemos que hay muchas cosas que se deben y se pueden hacer, pero para ello es necesario un cambio de mentalidad. Nada se llevará a cabo sin una radical concienciación ciudadana. O recuperamos la idea de pertenencia a una comunidad, superando con ello el individualismo y el derrotismo generalizado o no hay nada que hacer. O somos conscientes de que los partidos políticos en el poder trabajan para las entidades financieras internacionales y su propio beneficio o no conseguiremos salir de esta situación que empeora día a día. O tomamos consciencia de que es necesario sustituir a la actual clase política claudicante y corrompida y entrar en las instituciones o todo lo que pensemos y digamos se perderá en la nada. De sobra es conocido que los islandeses se mantuvieron unidos y cohesionados en sus movilizaciones, sin ceder ante cualquier resquicio individualista y actuaron.
Es labor de quienes han abrazado la causa identitaria europea hacer llegar este mensaje a nuestros conciudadanos europeos, pero para ello, se hace totalmente necesaria una importante labor de autocrítica y de higiene en nuestras propias filas. Permanecer en estado testimonial y larvario sin concretar ningún metodo de actuación, negarse a despegar y mantenerse en debates y discusiones estériles, hablar mucho y no hacer nada, no hará que nuestro pueblo despierte y retome su destino.

Hay que empezar a luchar por lo que es nuestro de manera clara y efectiva. Y el momento es ya. Mañana será tarde.