Respuesta del escritor, poeta y militante eurargentino Juan Pablo Vitali al anuncio de la puesta en marcha de un proyecto de respuesta cultural identitaria realizado recientemente en el blog de Enric Ravello.
Estimado amigo:
He leído el brillante prólogo que será digno sin duda
del punto de partida de un gran desarrollo político cultural. De más está
decirte que comparto lo dicho. Tú sabes que hace mucho tiempo trabajo en la
defensa de nuestra cultura y en ese trance hemos compartido camino.
La Argentina ha sido y espero que siga siendo un lugar
muy particular en su relación con Europa y en su pertenencia cultural; fruto de
una masiva inmigración que quedó plasmada en el preámbulo de nuestra
constitución nacional que dice “se fomentará la inmigración europea....” un
caso único es este documento constitucional al respecto. En otras épocas
estábamos orgullosos de ello, pero en aquel entonces todavía vivían nuestros
abuelos y bisabuelos “venidos de los barcos” y su obra majestuosa estaba
intacta.
Como parte integrante de la cultura europea en su
desarrollo de Ultramar, o como criollos si se prefiere decirlo así, debemos
proteger el protagonismo y la subsistencia de esa identidad en el espacio
autocentrado de Sudamérica, fruto de la cultura greco romana e hispánica
fundamentalmente en nuestro caso. Eso no quiere decir negar otras identidades
que como todas tienen derecho a sus espacios, y así en conjunto enfrentar los
pueblos la voracidad del capitalismo trasnacional.
La experiencia histórica argentina en lo político y
sindical es por todos conocida. La nacionalización definitiva de los
trabajadores por el peronismo y su justicia social inspirada en el espíritu
identitario del criollismo está hoy herida pero de ningún modo terminada. Todo
está en desarrollo, pero la lucha cultural no es atendida como corresponde. De
más está decir que quien domina las pautas culturales domina la escala de
valores según la cual el hombre actúa. Por eso la revolución cultural es
indefectiblemente simultánea cuando no previa a cualquier revolución. Para eso
hay que saltar un cerco que muchas veces nosotros mismos levantamos por
ignorancia, estupidez o comodidad.
La construcción de una alternativa cultural es un arte
que necesita un contexto. Ese contexto es la parte sana del pueblo primero y
todo el pueblo después. No hay otro modo. La nostalgia es buena pero no para
sentarse sobre ella, como tantos gustan hacer. Sobre la fosilización de la
historia ya hablaba Nietzsche con razón. Pero la política y la cultura
sobrevienen solamente donde existe vitalidad, es necesaria una renovación de
las formas que respete el espíritu de la tradición, de la identidad y las
necesidades propias de los tiempos que vivimos.
La vieja Argentina fue un sueño de europeos al Sur del
mundo. Ni los europeos ni los argentinos de hoy parecen tener conciencia de las
dimensiones de lo hecho y vivido en términos generales en esta inmensa
extensión. Ya no tenemos un Borges que se erija en el faro literario de nuestra
cultura.
Lo dicho en el egregio prólogo vale también para
nosotros. Sobre todo para los que todavía creemos en el ius sanguinis y en la
civilización europea. No es repitiendo
fórmulas gastadas hasta el cansancio como hemos de avanzar, sino defendiendo
nuestra civilización en sentido amplio, con sus poetas, sus artistas, sus
guerreros, sus estrategas, sus trabajadores, sus artesanos y emprendedores. En
suma: con la comunidad orgánicamente articulada y organizada en todos sus
planos y en todas sus dimensiones. Cuenten conmigo para eso. Que la epopeya de
nuestros antepasados no haya sido en vano.
Juan Pablo Vitali
http://enricravello.blogspot.com.es/
Juan Pablo Vitali
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