Una situación económico-social desastrosa y sin solución de enmienda con los parámetros del liberalismo, con una deuda impagable generada por un sistema que “trabaja en falso” y agravada por políticos irresponsables. Nuestras libertades recortadas día a día. La delincuencia desbordada ante un gobierno que definitivamente ha abandonado esta batalla. El desmantelamiento paulatino del sistema de la seguridad social, la degeneración y carencia de valores éticos, incluso el desastre ecológico al que nos lleva la sinrazón del materialismo exacerbado por el propio sistema.
Todo un corolario, aunque muy resumido, que nos muestra la gravedad de la situación actual. Sin embargo, ante la falta de relevo generacional que garantice la supervivencia de nuestro pueblo y cultura, todo lo que acabamos de mencionar son nimiedades, sí, simples nimiedades porque si no hay un “después” el “ahora” carece de importancia.
En la concepción identitaria lo importante es la comunidad y como comunidad somos los herederos-transmisores de un legado milenario. Como comunidad de individuos somos un eslabón más en la cadena, cuya función principal es recibir, engrandecer y transmitir toda la cosmovisión del mundo que conforma nuestra cultura y civilización. Con esta afirmación, al paso de objeciones, dejamos de paso zanjada toda discusión basada en criterios de egoísmo personal. No entramos en la opción de aborto sí aborto no, como transmisores que somos no debemos ni podemos contemplarla, es así de simple. Bien al contrario, existe la obligación de “pasar el testigo” que en su día nos fue entregado.
Dicho esto que sienta con claridad nuestra posición veamos que está ocurriendo. La mayoría no tiene hijos argumentando la dificultad económica de su crianza y educación, esto es cierto, otros muchos simplemente no tienen hijos porque no quieren, su egoísmo les puede más. Sin embargo hace apenas dos generaciones, con la precariedad material como principal protagonista, nuestros abuelos sí tenían descendencia. Ellos no habían recibido el lavado de cerebro actual, simplemente se comportaban como es natural en cualquier pueblo con espítiru vitalista, teniendo hijos. Por si fuera poco el razonamiento de tener pocos hijos, algunos ni eso, con el fin de darles un mejor futuro, pensamiento en clave economicista, es egoísta y erróneo de base pues les estamos condenando a un futuro más pesado y amargo a ellos y a sus descendientes. Llegado el momento tendrán que mantener una sociedad envejecida. Serán una minoría y las probabilidades de ser superados, engullidos y eliminados por la historia será más garantía que posibilidad. Dicho sin ambages, nos estamos refiriendo simple y llanamente al fin de Europa, porque esta sociedad de viejos se enfrentará a la inmigración existente y la eclosión final de las explosivas natalidades del Magreb y resto de África, principalmente. Eso es lo que espera a nuestros escasos descendientes como no se ponga remedio.
Esperemos que la crudeza expresada sirva de llamada a los más, que no suelen hacer extrapolaciones ni pensar, como mucho, más que en la próxima generación, en cualquier caso, de la de sus nietos no pasa.
En 30 años de locura solo un escaso tiempo de apoyo a la natalidad, ridícula y sin solución de continuidad, cortada de raíz, excepto para las rentas más bajas que en resumen son los inmigrantes que nada declaran, a los primeros síntomas de las crisis.
Por todo ello y por encima de otras que puedan parecer más “importantes”, urgen medidas de apoyo a la natalidad y no solamente en forma de dinero, es necesaria la creación de todo un entramado social de apoyo a la madre, ya sea casada o soltera. Ninguna mujer deberá ver en al aborto más que un crimen contra ella misma y de la comunidad de la que forma parte. Ninguna mujer quedará desamparada ante un embarazo no deseado, al contrario recibirá del estado todo tipo de apoyos para tener a su descendencia en total libertad y garantía de un futuro. Las familias deberán recibir ayudas que corresponderán a la manutención de los hijos. Dicho en otras palabras pues no es el momento de exponer todo lo que debe hacerse en forma pormenorizada, jamás el estado permitirá que las condiciones económicas de los progenitores sea un problema.
Naturalmente y volviendo al principio del artículo, las soluciones propuestas y todo lo que implican no tienen cabida en el actual sistema político liberal ni los valores que lo sustentan, hace falta un cambio radical y rápido para que los hijos vuelvan a ser vistos como lo que realmente son, el futuro y nuestra garantía de supervivencia como pueblo. Frente a ello, repetimos, todo lo demás son nimiedades.
D. Julià
Delegació Barcelona PxC