Amparo ha conseguido olvidarse de su hipoteca. Francisco tiene por fin una casa, debajo del suelo. Rafael disfruta de su derecho a la propiedad de la tierra que le cubre. Eduardo sigue teniendo una deuda pendiente. María no pudo con su hipoteca. Julián, Lucía, Antonio, Manuel, Rocío y un largo etcétera. Todos con una deuda lapidaria y un futuro que poco a poco va sepultándolos.
Joaquín, Pablo, Amanda, Luis, Carmen, Beatriz y otro largo etcétera: una deuda, una vivienda ajena y ninguna solución. Carlos, Sofía, Andrés, Miguel, Pilar y muchos más: el sueño de vivir en su propia casa, un mañana negro y ninguna solución.
Castellón es hoy un cementerio por todos ellos. Y, también por todos ellos, Proyecto Impulso no dejará de reclamar el DERECHO A LA PROPIEDAD DE LA VIVIENDA.