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miércoles, 14 de marzo de 2012

JUAN ROIG, LA CULTURA DEL ESFUERZO Y EL MODELO CHINO



Juan Roig es considerado un empresario modelo. Forma parte de ese grupo de importantes emprendedores valencianos que han sabido crear empresas innovadoras y de éxito, colaborando en el comercio de productos valencianos y creando empleo local a través de la cadena de supermercados Mercadona, una empresa que además mantiene unas condiciones laborales decentes para sus empleados. Es por ello, un punto de referencia social y empresarial e incluso en algunos aspectos, digno de admiración para la actual sociedad. Sin embargo, también es alguien muy vinculado a la oligarquía financiera y es responsable de la desaparición del pequeño comercio valenciano de tipo familiar cuyas carnicerías, pescaderías y ultramarinos no han podido competir con el gigante “Mercadona”, y eso, pocas veces se dice.
Pero lo que nos parece más preocupante, son las declaraciones que Juan Roig ha hecho la pasada semana en las que ha citado a los 7.000 bazares chinos que hay en España como “ejemplo del esfuerzo que deberían hacer los 47 millones de españoles para salir de la crisis”, añadiendo un provocador "Que piensen más en los deberes que en los derechos", comentando  que en España hay 7.000 bazares chinos y que "cada vez hay más porque hacen la cultura del esfuerzo que nosotros no hacemos", a lo que ha agregado que siente "gran admiración" por esos comercios y que ha "aprendido mucho" de ellos. No dice nada de en que condiciones laborales se han fabricado los productos que nos venden, ni los increíbles horarios de los comercios chinos, ni tampoco, de las condiciones de favoritismo que las autoridades de la UE tienen con este tipo de productos que gracias a ello pueden ser vendidos a precios muy bajos con los cuales ni el comercio ni la pequeña industria local pueden competir. Esa parte del éxito del comercio chino se la calla, claro.Y no deja de resultar curioso que alguien que nada en la abundancia económica y es responsable de miles de familias que dependen de él economicamente nos diga que debemos concentrarnos más en nuestros deberes que en nuestros derecho, algo que de por sí preanuncia algo.
En este país se está cometiendo un terrible error. Todos los líderes políticos y empresariales basan cualquier posible recuperación de la crisis en un crecimiento de la economías y superación del paro a cualquier precio, es decir, que lo único importante es acabar con el paro , sea en las condiciones que sea. Nadie habla de un aumento de los salarios – premisa fundamental para cualquier recuperación económica, que además acabaría con los numerosísimos casos de paro voluntario y fraudulento existentes en nuestro país-, ni de la reducción de horas trabajadas, tampoco se habla de la mejora de condiciones laborales, conciliación de la vida laboral con la familiar etc. antes al contrario, se pretendo acabar con ello.  Nadie aborda el problema de fondo, que es que lo deseable es que nuestro Pueblo viva en las mejores condiciones sociales y económicas posibles. Todo lo han basado en una única premisa: reducir el paro a cambio de trabajar más en peores condiciones y que esto redunde positivamente en el marco de nuestra comunidad. Ya lo dice Juan Roig: trabajar como chinos para hacer crecer la economía. Pero lo que no dicen es que activar un supuesto crecimiento de la economía de esa forma solo beneficiará a una minoría de entes privados que obtendrán más beneficios mientras que el resto vivirá en condiciones mucho peores que las que padecemos ahora.  Y lo peor es que muchos trabajadores empiezan a pensar que los que piensan como Juan Roig tienen razón, que los culpables de la crisis son los trabajadores que no anteponen sus deberes a sus derechos y que esto solo se soluciona esclavizando al elemento trabajador un grado más.
Las torpes declaraciones de Juan Roig son un ejemplo de este pensamiento que pretenden imponernos. Defender el modelo chino y su cultura del esfuerzo – sobreesfuerzo de los trabajadores decimos nosotros- implica defender durísimas condiciones laborales que reducen a los empleados a condiciones de semiesclavitud, salarios paupérrimos, calidad ínfima de los productos cuyas consecuencias repercuten en los consumidores de menor poder adquisitivo– esto es lo mismos trabajadores sobreexplotados-  , aumento del estrés laboral y de la desestructuración familiar por falta de tiempo libre  y una terrible y desleal competencia empresarial. Un modelo injusto, esclavista y despiadado que produce, eso sí, unos inmensos beneficios a una minoría sin escrúpulos y a tenebrosas entidades empresariales supranacionales sin mayor interés que el control de las personas y la ganancia económica, a costa de la peor proletarización y empobrecimiento a la que se enfrentan los trabajadores europeos de las última décadas.
Los trabajadores europeos debemos pensar por igual en nuestros derechos y en nuestros deberes, las relaciones entre empresario y trabajador deben ser equitativas, los salarios razonables y equivalentes al trabajo realizado. Los trabajadores son personas, y, esto no debería olvidarlo Juan Roig, clientes suyos y consumidores de su producto, y merecen ser tratados en condiciones justas, de igual a igual, porque iguales son, aún con funciones e ingresos diferentes.
Coincidimos con Roig en que es necesario crear una cultura del esfuerzo, pero esfuerzo para todos. Los trabajadores deben esforzarse en trabajar correctamente por un salario justo y equitativo a su formación, capacidad, funciones, responsabilidades y tiempo invertido, y el empresario a cambio a cogestionar la empresa de una manera responsable y eficaz garantizando unas condiciones justas para que este trabajo pueda ser desempeñado de forma eficaz, justa y efectiva. Todo lo demás es explotación e injusticia. Y explotación e injusticia son las bases del llamado modelo chino, cuyos productos, no lo olvidemos, ya han destruido gran parte de nuestra industria local, de nuestro pequeño comercio y de nuestra empresa tradicional, al no poder competir nuestros productores con quienes gracias al esclavismo y a la explotación vergonzante, al expolio de la naturaleza y a las condiciones de favoritismo de nuestras autoridades han invadido nuestra tierra con productos de dudosa calidad que los trabajadores de este país se han visto casi obligados a consumir al tener los salarios  más bajos de Europa.
Los trabajadores europeos tenemos el deber de reconocer el modelo chino como lo que realmente es, y empezar a señalar a los culpables de esta crisis, que no son precisamente los trabajadores “que no piensan más en sus deberes que en sus derechos”. Hay que señalar a todos los que han robado, se han lucrado con la corrupción urbanística, han pagado salarios miserables o han especulado con el dinero público. Hay que ser conscientes del papel de la banca y sus inmensas ganancias. No hay que olvidar el despilfarro de las instituciones y la corrupción de los políticos, así como la ineficacia de los gobernantes. Ni tampoco la llegada de una inmigración masiva e innecesaria que ha creado un gasto social –problema que se obvia cuando se habla de las causa de la crisis- y que hoy aumenta considerablemente nuestras listas de paro, haciendo más grande un problema de por sí preocupante y que da la excusa de esa solución de “crear trabajo” –algo absurdo porque la necesidad de funciones productivas sigue existiendo- al precio de crear condiciones laborales humillantes.
Juan Roig se ha unido a los que nos dicen que la culpa de la crisis es de los trabajadores y que para salir de ella no hay otro camino que convertirnos en esclavos. Y como tantos otros nos ofrece una solución falsa. Los europeos no queremos trabajar como chinos, porque ni somos chinos ni creemos en ese sistema, somos europeos, y como tales debemos ser conscientes de que la única solución es la creación de una Europa fuerte y unida, autocentrada en sus recursos, libre de las injerencias de las entidades financieras privadas y con un Estado eficaz libre de corrupción y del control de entidades parasitarias que garantice unas condiciones justas para sus ciudadanos por encima de intereses privados. Un Estado que vele por sus hijos – los trabajadores autóctonos- y que colabore con los Estados menos desarrollados para que nadie se vea obligado a huir de su propia tierra en búsqueda de mejores condiciones económicas. Y cuando lo consigamos lo exportamos a China. Una lucha que merece la pena.
Ese es el principal esfuerzo que reconocemos. La creación de un nuevo modelo europeo justo, eficaz y autónomo. Trabajemos por ello.