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martes, 31 de enero de 2012

ARNAU MIR DE TOST, EL CID CATALÀN




Arnau Mir de Tost, nacido en torno al año 1000, fue uno de estos guerreros de origen visigodo que hizo de su vida una lucha constante para afianzar su sangre y su modo de vida, y que dedicó su vida a la la reconquista de las tierras que habían sido de sus antepasados. Nacido en una familia de guerreros de frontera del condado de Urgell, pronto quedó huérfano de su padre Miró, señor del castillo de Tost. Eran estas familias de castellanos, o carlans, una importante parte de la pequeña nobleza catalana, de la cual surgieron reconocidos linajes de señores de la guerra cómo es el caso que nos ocupa. La palabra carlà, hace referencia a una importante figura de la pequeña nobleza catalana, se trata de guerreros del estamento de caballeros, pertenecientes a la nobleza menor, es decir, de sangre noble pero sin bienes materiales, equiparable a los hidalgos y infanzones posteriores del resto de la península, y que actuaban como delegados del señor feudal al que estaban obligados de forma libre, guardando, administrando y defendiendo uno o varios de sus castillos. Eran personas de confianza de los señores medievales y tenían a su cargo la guardia efectiva de la fortaleza solar a que pertenecían y de la que tomaban el nombre para ellos y sus descendientes, encontrándose al frente de la guarnición militar de las mismas. A cambio de este servicio militar tenían en feudo una parte de las propiedades del castillo. Con el paso del tiempo, estas familias de militares profesionales fueron acumulando varias castellanías, obteniendo nuevos privilegios y asentando su linaje con armas propias, convirtiéndose en algunos casos, gracias a su valor y servicios en la guerra de reconquista, en verdaderos señores de la Cataluña Vieja. Guerreros valerosos, orgullosos de su sangre y sus orígenes, hicieron de su vida una lucha constante contra el invasor africano que había derrotado cientos de años atrás a sus antepasados. Su tenacidad , valor y esfuerzo los convirtió en importantes señores, miembros de una aristocracia que se legitimó ante los otros sectores sociales europeos de la península ibérica para regir los destinos de los nuevos enclaves catalanes. Esta es la historia de uno de ellos.
La familia de Arnau Mir pertenecía a uno de los linajes más próximos a la poderosa casa de Urgell, por lo cual lo podemos encontrar desde muy joven junto a su señor natural Ermengol II de Urgell ocupado en las luchas contra los musulmanes. Su proximidad al conde catalán se comprueba por ser uno de los testigos del convenio de cesión por parte de Berenguer Ramón I de Barcelona a Ermengol II de Urgell, de los castillos de Alós, Rubió, Malagastre, Obi y Montmagastre. El año 1034, a las órdenes del conde de Urgell, conquista el valle de Áger, importante gesta militar que amplió las fronteras del condado de Urgell al valle del Segre. Como consecuencia de esta victoria, Ermengol II le cedió el castillo de Artesa. Con la muerte del conde, obtuvo también Montmagastre y otros enclaves, convirtiéndose en el principal señor de las tierras fronterizas del Segre Medio. Había casado en 1031 con Arsenda, también de linaje noble, estableciéndose en el humilde castillo de Llordà, convirtiéndolo en importante fortaleza y base de sus empresas guerreras, mientras ejercía como tutor del futuro conde Ermengol III. Después de la pérdida de Áger a manos de los musulmanes, lo reconquista en 1047, esta vez de forma definitiva, convirtiéndose en vizconde de la mencionada plaza. Feudatario de los condados de Barcelona, Pallars y Urgel, en 1060, Arnau Mir de Tost era uno de los principales señores de guerra de la marca catalana conocida como hispánica-por ser conocidos sus habitantes por los francos como gots o hispani- cargo al cual llegó gracias a su esfuerzo militar y a sus dotes políticos y organizativos. El año 1068 participó en la asamblea de magnates que promulgó los primeros Usatges de Barcelona, el código de leyes feudales vigente en Cataluña hasta el año 1714. En estas fechas, los dominios y posesiones de Arnau Mir, se extendían desde los castillos de Vallferosa y Biosca al Solsonés pasando por el alta Noguera hasta internarse en el Montsec. Más de treinta castillos y varias posesiones agrarias convertían al vizconde de Ager en el líder de un pequeño estado dentro del condado de Urgell así como en el personaje histórico más importante de la Alta Edad Media en dichas tierras. Cómo el Cid castellano, también estableció importantes alianzas familiares casando  a sus hijas Valencia, con el conde Ramón IV de Pallars y a Letgarda con Ponç I, vizconde de Girona y señor de Cabrera. Cuando en 1066 su pupilo el conde Ermengol III de Urgell murió luchando en Barbastro junto al rey de Aragón, Arnau se hizo cargo de los restos de su señor natural llevándolo a sus posesiones de Áger y enterrándolo en la colegiata de Sant Pere y haciéndose cargo del hijo de aquel, Ermengol IV hasta su mayoría de edad, actuando de facto como verdadero señor de Urgell, sin olvidar en ningún momento el principio y juramento de fidelidad que le ligaba a la familia condal.
Caudillo militar de los ejércitos confederados de Barcelona y Urgell, en 1064 lideró con el apoyo papal los ejércitos catalanes en la Reconquista, en una empresa que ha sido reconocida como la primera cruzada de la historia.
El año 1072, poco tiempo después de su peregrinación a Compostela, el viejo caudillo catalán redactaba su testamento, lamentando profundamente en el mismo, que la vida no le hubiera dado más días para conquistar más tierras a los invasores musulmanes.
Realmente, la vida de Arnau Mir de Tost, ligada a una de las identidades más gloriosas de Europa, merecía un romance similar al que enalteció las glorias de su homólogo castellano Rodrigo Díaz de Vivar. Quizás de este modo, no sería hoy un injusto olvidado para la historia y la memoria popular. Gran personaje de su tiempo, verdadero héroe medieval catalán, temido por sus enemigos y respetado por los suyos, es hoy aun así poco conocido en las tierras que lo vieron nacer y del todo desconocido en las del área castellana. De Arnau Mir de Tost no han quedado retratos ni efigies, solo las armas de su linaje y su sangre, perpetuada en otras casas nobles de la vieja Cataluña. Aun así, sería imposible entender la historia de nuestro pueblo sin conocer a personajes como este importante caballero catalán que hizo de la fidelidad y la lucha por su identidad su viaje en la vida, para pasar a la inmortalidad que algunos hoy se empecinan a enterrar.
A pesar de todo esto, las gestas y el ejemplo de Arnau Mir de Tost se encuentran, como la de tantos otros, presentes en nuestra memoria y en el recuerdo de nuestra identidad.
Aunque a algunos no les interese.
Fuente: Europae