El segundo enemigo es la oligarquía. Todas las oligarquías que se fundan sobre bases ideológicas, religiosas, de interés, de casta, de clase o de costumbre.
La oligarquía se alimenta del desprecio por los otros, está destinada, inexorablemente, a degradar el tejido social, a explotar, a cometer injusticias, a relativizar el derecho, asegurando toda clase de impunidades. La oligarquía acaba fatalmente por justificar la iniquidad de su acción por la mentira y por la mistificación, publicitadas masiamente y continuadamente.
El conjunto de las oligarquías que salieron victoriosas de las dos guerras mundiales constituyen un sistema político-económico que no es más que el Crimen Organizado.
Basta con pensar que las criminales voces de la economía mundial son el narco-dólar, el mercado de mano de obra esclava, la extorsión tributaria del petroleo…
No existen oligarquías buenas frente a oligarquías malas. Algunas formulaciones de matriz explícitamente guelfas están viciadas y son realmente una falacia.
La alternativa es global: social, existencial y ética.
Gabriele Adinolfi
