Desde ayer, las llamas de un incendio intencionado devoran uno de los espacios naturales más antiguos y mejor conservados de Europa. 2000 de las 9000 hectareas del "Parque Natural" y "Lugar de Importancia Comunitaria"-unos títulos que poco han servido para su salvaguarda- de Fragas do Eume han sido calcinadas por este criminal atentado contra nuestro patrimonio. Fragas de Eume era hasta ayer un pequeño paraiso alejado del ruido y la suciedad de la sociedad moderna, que albergaba miles de ejemplares de robles, alisos, chopos, abedules, castaños y helechos, así como gatos monteses, zorros, ginetas y martas. Miles de hectareas de superficie de lagos y valles donde se encontraba uno de los bosques atlánticos mejor conservados de Europa, un lugar en definitiva que había cambiado bien poco desde el Neolítico, y que fue testigo de nuestra historia y de los avatares de muchas generaciones de gallegos, salvaguardando en su interior la memoria ancestral y espiritual de nuestros antepasados y otras ricas expresiones de nuestro patrimonio artístico como cruceros, puentes, santuarios y dos milenarios monasterios como Caaveiro y Monfero.
Una parte de esta preciosa zona ya ha desaparecido, y el resto se encuentra en grave peligro. Sórdidas intenciones especulativas de interés económico se adivinan como en tantas otras agesiones al castigado solar gallego, detrás de este atentado. Por ello es necesario señalar que un pueblo que permite que le roben y destruyan su patrimonio, su hábitat y con ello su memoria y raices se encuentra en la antesala de perder también su esencia, su dignidad y razón de ser. Por ello señalamos a las autoridades gallegas y estatales como responsables indirectas de este desastre con la complicidad de todos aquellos que les han dado su confianza en las urnas. La política forestal y de defensa de la naturaleza deben ser una prioridad para cualquier autoridad política, y este como todos los demás incendios que asolan la península ibérica, son fruto de unas medidas completamente insuficientes así como de la ausencia de medidas punitivas contra los responsables directos de este terrible terrorismo.
La regeneración del bosque de Fragas do Eume puede costar siglos, y gran parte de sus pérdidas son insustituibles. Los efectos sobre el medio ambiente y la vida serán terribles, y la pérdida cultural y espiritual incalificable. Por ello las medidas de protección de nuestra naturaleza así como de una legislación de castigo para los responsables de los incendios deben ir parejas a la magnitud de este tipo de terrorismo.
Los incendios y agresiones conscientes contra nuestro patrimonio y naturaleza han de ser calificados como terrorismo, precisamente porque es uno de los peores terrorismos, a pesar de la indiferencia con la que se le trata desde las oligarquías que nos gobiernan.
Atentar contra el medio natural es atentar contra nuestra comunidad popular y contra la vida en su conjunto. Un daño que inevitablemente perdurará durante muchas generaciones.
Nuestro deber como europeos es crear y apoyar alternativas políticas que hagan frente a la oligarquía y la casta política que ha permitido que nuestro patrimonio se esté convirtiendo en cenizas y a la vez luchen para su conservación y restitución. Europa debe vivir.