"Si un hombre no está preparado a correr riesgos por sus opiniones, es porque o bien sus opiniones no valen nada, o él no vale nada"
(Ezra Pound)
Hace treinta y ocho años que falleció en Venecia y ciento veinticinco que nació en un pueblecito del estado de Illinois Ezra Pound, uno de los más significativos guerreros-poetas del siglo XX. Pensador, poeta, músico, escritor, locutor, propagandista, ensayista, político y hombre de acción, encarna perfectamente el tipo de militante y guerrero que hizo de su vida una lucha por la existencia de una concepción bella y diferente. Norteamericano de nacimiento, sintió muy tempranamente la atracción de Europa como lugar de pertenencia, predicando el rescate de la antigua poesía y de la tradición europea al servicio de una concepción modernista y actual de la que no escapaban las relaciones sociales, políticas u económicas. En 1907 abandonó su lugar de nacimiento después de haber explorado el Renacimiento durante su vida universitaria. España, Italia, Inglaterra y Francia fueron algunos de los lugares donde el inquieto Pound pasó gran parte de los primeros años de su primera época europea, entablando amistad y relación con el filósofo Hulme o el poeta irlandés Yeats. Pero fue Italia el país que resultó determinante en su asentamiento europeo, la vieja y patria donde desarrollará la parte más importante de su vida y de su combate por la vida. En 1922 se establece permanentemente en la ciudad de Rapallo. A partir de este momento comienza a vivir con gran interés el fenómeno del fascismo, adhiriéndose a este movimiento en poco tiempo, entrevistándose con Mussolini, y escribiendo numerosos textos de apoyo al mismo en los siguientes años, entre los que destaca su elaboración de la teoría del Crédito Social. A partir de 1941 comienza una serie de alocuciones en Radio Roma bajo el nombre de “Aquí la voz de Europa” que fueron determinantes en la consecución de numerosas adhesiones al fascismo por parte de algunos sectores entre sus compatriotas americanos. Firme en su condena a la 2ª Guerra Mundial siempre mantuvo que los principales interesados en el estallido de dicho conflicto eran los poderes de la usura y los fabricantes de armamento, declarando que la guerra mundial era solo un episodio más en la guerra milenaria entre el Capital y la usura contra el Trabajo. Debido a ello en 1943 los Estados Unidos condenan a Ezra Pound como reo de alta traición, hecho que no frenó a Pound, quien siguió defendiendo sus ideas en Radio Roma, siguiendo siempre sus propias ideas y sin sufrir ningún menoscabo a su propia libertad de expresión, única condición que puso antes de aceptar participar en las emisiones de Radio Roma. A partir de 1943 tras la llegada de las tropas aliadas a Italia, huye a pie desde Roma durmiendo en los campos y consigue tomar un tren hasta conseguir llegar al Tirol desde donde pasó al norte de Italia adhiriéndose a la República Social Italiana, de nuevo a las órdenes de Mussolini. Es esta la época en la que Pound mantuvo una mayor actividad cultural y política. Entusiasmado por el Manifiesto de Verona, compuso cantos para las milicias, publicó hasta seis libros entre obras culturales y ensayos sobre Confucio, elaboró diferentes textos sociales, participó en reformas de avanzadísimo contenido social, creó carteles propagandísticos y colaboró en la revisa oficial Gladio.
Al finalizar la guerra, fue detenido por los partisanos y entregado a las autoridades militares norteamericanas quienes le internaron en Pisa en una jaula al aire libre sometido a las inclemencias meteorológicas y por la noche a la luz de potentes reflectores que le impedían dormir. Tras ser vejado y torturado, fue trasladado a los Estados Unidos. Las presiones de diferentes intelectuales y personalidades de la política en su favor fueron determinantes para librarle de ser ahorcado, y finalmente fue internado, sin juicio previo, en un manicomio durante 13 años de su vida, en los que escribirá la mayor parte de su importantísima obra Cantos. Liberado en 1972 no tuvo dudas en abandonar el país donde nació y regresar a la que consideraba su verdadera patria, reencontrándose con una muy diferente Italia en la que pasó sus últimos años de vida “en la soledad de los guerreros” y “junto a la sombra de los héroes muertos”.
A lo largo de su obra literaria, cultural y política, la crítica al liberalismo capitalista fue implacable, calificando a la finanza internacional y a los poderes de lo que denominó “usurocracia demoliberal” como el “cáncer del mundo”. Considerando que la poesía y las creaciones artísticas deben ser desarrolladas en medio de un mundo determinado por la economía y la usura, ante dicha demonización que afecta infortunadamente a todas las manifestaciones de la vida, es necesario poetizar la política y acuñar nuevas formas en la cada cual cumpla su canto en la vida como forma de devolver la belleza y la armonía al hombre.
Entre sus obras destacan Cantos, Jefferson or/and Mussolini, El ABC de la lectura, Guia de la cultura, o El arte de la poesía. Tradujo al inglés los textos de Confucio del que fue un admirador, y fue el descubridor de las partituras de Vivaldi. Se le considera uno de los escritores que más han influenciado en la literatura europea del siglo XX y que mayores estudios sobre su persona y obra han generado.
En la población española de Medinaceli, lugar que el poeta visitó en su juventud siguiendo el camino del Cid, se encuentra el único monumento erigido en su memoria, a iniciativa de Miguel Serrano. En el momento de mostrar durante la inauguración la piedra bajo el olmo por él descrita en una de sus obras un mirlo cantó en su homenaje.
Desde el año 2003, la vanguardia juvenil italiana y las ocupaciones no-conformes llevan su nombre.
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