El enigma capitalista. Por Claudi Abril
Recuerdo que en mis tiempos de universitario, los catedráticos de cualquier tendencia política hablaban del señor Marx con un tono siempre apologético y casi de santidad. Uno, que por naturaleza era algo curiosillo, muy desconfiando y bastante rebelde, decidió por cuenta y riesgo propios adentrarse en los mundos nirvánicos de la mencionada santidad de los barbudos y así fue cómo empecé a leer El Capital. Nunca terminé de leerlo. De hecho sólo conozco un ser humano que ha sido capaz de tal proeza. Me acuerdo que, a medida que avanzaba en la soporífera lectura, iba en aumento mi grado de estupefacción. Me habían explicado que ese libro tenía todas las claves para conocer y explicar el capitalismo. Pero una vez puesto en faena, constaté que las dudas del principio persistían a lo largo de sus cientos de páginas. El mamotrético libro de la suprema santidad de los acólitos de Tréveris, sólo me proporcionaba decepciones. Pues decepcionante es abrir el libro de las supuestas fórmulas que todo lo resuelven y no hallar ninguna respuesta a tus interrogantes. El libro en cuestión se pierde en una interminable retahíla de ejemplos descriptivos que a nada conducen. Pero de todo lo expuesto por el santo padre de la supuesta economía alternativa, no hay un sola clave de cuál es la raíz del problema capitalista. El barbudo sólo insiste, obsesivamente, en un punto: la plusvalía ¡pues vale! ¡Vale!, y ¿qué más es el capitalismo?, ¿dónde está su matriz?, ¿dónde su esencia originaria? Preguntas que no son contestadas y ni siquiera planteadas.
No había respuesta a mis interrogantes. La religión del hijo de Tréveris nada me había resuelto. Y no dejaba de estar sorprendido de que al mentado santo se le atribuyeran tantas virtudes, aportando tan pocas respuestas.
Pasaron los años y un día adquirí El enigma capitalista, de un desconocido señor, que respondía al nombre de Joaquín Bochaca. Caballero desconocido para la multitud, sin barbas, sin pretensiones de ninguna santidad, sin ribetes de aspirar a crear ninguna religión, pero certero, muy certero en sus conclusiones. Supongo que por esto ha pasado desapercibido. La lectura de ese poco conocido libro fuer para mí una revelación, un impacto. En 123 páginas, contestaba todo lo que el prominente barbudo no había ni tan siquiera intuido en centenares y centenares de hojas.
A veces lo difícil, no es saber las cosas sino saberlas explicar fácilmente. Lo complicado de los conocimientos no es adquirirlos sino, muchas veces, saberlos transmitir de manera asequible pero sin desnaturalizarlos. De la sabiduría lo difícil es la pedagogía. La virtud del libro del señor Bochaca es que supo hacer claro, sencillo y evidente, aquello que es muy complejo. Es, sin duda, el mejor estudio que existe sobre qué es el capitalismo.
Con un lenguaje asequible a todos los públicos, con los ejemplos justos y necesarios y sin perderse en una innecesaria exhibición de conocimientos, va directo a la sustancia del problema. Desde la primera página ha cogido el toro por los cuernos. Y empieza a dar respuestas, una detrás de otra, a todas las dudas que, durante años, habían barruntado por mi, entonces joven, mente.
¿Qué es el capitalismo? ¿Cuál es su verdadera base? ¿Cuál es su auténtica esencia? La respuesta es tan elemental que tal ver por eso pasa desapercibida: el dinero. Curiosamente el barbudo de Tréveris, no dedica ni una sola palabra no al origen, ni a la importancia de quienes controlan en dinero, ni al mundo de la banca. ¿Cómo se puede pretender analizar el capitalismo, sin haber estudiado de dónde sale el dinero, quién lo crea y por qué lo crea? No deja de sorprendernos este preocupante desconocimiento del barbudo. Pero prosigamos…
La clave es el dinero. Pero ese dinero es de propiedad privada. ¿Sorprendente? Sí, pero tan cierto como que el sol sale todas las mañanas. Todas las grandes entidades financieras del mundo, empezando por la Reserva Federal de los EE.UU son privadas. Quien tiene la potestad de ordenar la creación del dinero, es quien tiene el verdadero control de la savia de la economía. Sobre esta savia, y en un segundo círculo, se crearán los bancos, los empréstitos, las hipotecas, las transacciones, las grandes operaciones financieras y un largo etc. Quien tiene el control del dinero, controla este segundo círculo que, convencionalmente llamamos economía, y quien controla la economía, controlará la política: quien controla el dinero, la economía yl apolítica, es el amo del mundo e impone sus criterios. Así de simple.
Puesto ante esta evidencia ponernos a habla de burguesía, superestructura, macroeconomía, plusvalía, propiedad privada de los medios de producción, lucha de clases y similares, es puro bla, bla, bla… Una cortina de humo.
Es de sentido común que los amos del dinero serán una minoría, un grupo reducidísimo de familias. Una verdadera elite del dinero.
Esta elite, estos verdaderos amos y señores del mundo, tienen en sus manos todos los resortes de la sociedad, absolutamente todos. Nada se les puede escapar pues sin ellos (más exactamente el dinero) nada funciona, nada es viable, en las actuales circunstancias. Por tanto ellos deciden el momento oportuno (oportuno para sus intereses, evidentemente) de las crisis, de las recuperaciones económicas, de las pérdidas de poder adquisitivo, de las deudas, de las inflaciones, de las ficción del patrón Oro, de la carta blanca otorgada a la baca, de qué países son de primera, segunda o tercera división y un largo etc.
Estos amos del dinero han perseguido desde el primer momento un único y prioritario objetico; la subversión del orden económico natural:
Este orden económico natural, se ha basado siempre en cinco premisas esenciales:
1) La moneda es un instrumento de medida y cambio y no una mercancía (1)
2) “La riqueza de una nación reside en el trabajo y la cultura de sus habitantes” (2)
3) “Lo primero, lo esencial, es la agricultura y no sólo desde un punto de vista primario, existencial sino espiritual. La agricultura significa la asociación de los hombres con su tierra natal; es la vida misma de los pueblos y aldeas, es la raigambre a la que pertenecemos” (3)
4) “Si la agricultura es imprescindible para existir, es decir, para sobrevivir, la industria lo es para vivir, materialmente hablando, y para llevar a cabo una gran política, si queremos referirnos al aspecto total, es decir, político de la nación” (4)
5) “La finalidad del comercio exterior consiste en importar de otros países lo que no puede producirse –o se produce demasiado caro- en el propio, y exportar al extranjero los propios excedentes que allí se pueden necesitar” (5)
La consciente subversión de este esquema natural, ha tenido dos objetivos básicos
Romper el esquema de las sociedades europeas que, gracias a la agricultura, aún conservaban un cierto sentido de identidad y un cierto aire de espiritualidad.
Simple, lisa y llanamente, conseguir los mayores beneficios posibles en el menor tiempo posible.
La demolición de la economía natural ha sido sustituida por la prostitución de la economía ante la fianza (6). El modelo resultante es el actual: alta política financiera en todo su esplendor. De esta realidad han derivado todos los restantes problemas e incertidumbres.
Hecha la anatomía del capitalismo, el auto se dispone a darle al lector las indicaciones de cuáles pueden ser las soluciones (7). Cualquier posible solución pasa, evidentemente, por restablecer el orden económico natural y para este fin es imprescindible restablecer el control estatal del dinero. Una vez dado este paso se ha de crear un nuevo patrón económico que tenga como equivalente el trabajo, y finalmente la “admisión del principio de que la máquina debe quitar trabajo al hombre, y realizándolo de la mejor, más rápida y más barata manera posible” (8). Operativamente el Estado creará una “hipoteca económica” sobre las capacidades, recursos, diseños, producción, potencialidades y habilidades de todo tipo que tenga la nación, en cualquiera de sus facetas. Es decir, se emitirá dinero sobre la capacidad real que tiene un pueblo para crear cosas reales, para crear una riqueza real. Es una economía ajustada a la realidad natural de los recursos y capacitaciones laborales de una sociedad. Y si queremos mantener el equilibrio económico en las relaciones exteriores, entonces se tiene que ajustar al principio del intercambio. Resumiendo: el trabajo genera riqueza y esta riqueza devenga en el que trabaja y todo ello garantizado por el interés del propio Estado. Esto es una economía real y natural. La actual es una economía virtual y que se sostiene casi de milagro, ya que no tiene ninguna sólida base, todo es ficticio.
Otro aspecto a tener muy en consideración en esta nueva economía, ha de ser la prohibición total de cualquier forma de usura o especulación (especialmente en productos de alimentación, ropa y otros productos que el Estado pueda considerar de interés prioritario), la existencia de una propiedad privada limitada y responsable, y la desaparición del mayor número posible de intermediarios, especialmente en los productos de primera necesidad. Este último paso facilitaría la congelación de la inflación. Los bancos volverían a su función natural; guardar los ahorros de sus imponentes.
El señor Bochaca (9) siempre ha dejado muy claro que cualquier alternativa económica nacida en el propio sistema, no es una alternativa creíble. Cualquier pretendida alternativa que no aborde, prioritariamente, el problema de quién es el amo del dinero, tampoco es creíble. Los males del actual modelo económico, sólo se pueden resolver actuando sobre la auténtica esencia de todo el entramado y retornándole a la economía su codificación de instrumento diseñado para ayudar al correcto funcionamiento de una sociedad y nunca para someterla a la tiranía del dinero
- J. Bochaca El enigma capitalista, Barcelona 1977, p. 3
- 2. Ídem
- Ob. Cit, p. 51. El autor en esta reflexión sigue el mismo orden de ideas que Napoleón ya expuso en su tiempo.
- 4. Ídem
- 5. Ídem
- Ob. Cit, pp. 56-68
- Ob. Cit, pp.101-123
- Ob. Cit, p.103
- En su libro ya citado o en La Finanza y el poder y en muchos otros artículos conferencias y entrevista personales.